El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada

El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
1
EL CONCEPTO DE RESILIENCIA. APLICACIONES EN LA INTERVENCIÓN
SOCIAL
Cristina Villalba Quesada.
cvilque@dts.upo.es
Departamento de Trabajo Social y Ciencias Sociales.
Universidad Pablo de Olvide. Sevilla
Enero 2004
RESUMEN
En este artículo se expone la importancia del concepto de resiliencia para los
profesionales de la intervención social, presentando una aproximación a la
conceptualización y críticas actuales al concepto y analizando las tres etapas de
investigación en resiliencia, según Richardson. También se describen las diferencias
entre resiliencia individual y familiar y los distintos enfoques en resiliencia familiar.
Finalmente se aportan directrices para las aplicaciones del concepto en la
intervención social y familiar.
PALABRAS CLAVES: Resiliencia individual y familiar, riesgo, protección,
intervención social y familiar.
ABSTRACT
The article analyzes the importance of the concept of resilience in social intervention
and presents one approach to the conceptualization and current critical about this
concept. We have also described the three stages of research in resilience according
to Richardson and the differences between individual and family resilience. Finally
the article shows some directions to direct application of the concept in social and
family intervention.
KEY WORDS: Individual and family resilience, risk, protection, social and family
intervention.
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1. INTRODUCCIÓN
Hace años que en las disciplinas sociales y profesiones de ayuda se está
produciendo un cambio de paradigma desde los orientados a la evaluación, análisis
y tratamiento de los problemas sociales hacia los orientados a los recursos y las
respuestas que los propios sistemas informales y formales activan para prevenir o
disminuir los efectos de dichos problemas sociales. La identificación, evaluación,
reconocimiento y fortalecimiento de capacidades en individuos, familias, grupos y
comunidades y sistemas formales se está convirtiendo en un objetivo permanente
de la intervención social. Integrado en esta visión emerge en lo social el concepto de
resiliencia en un contexto social y académico influenciado por la postmodernidad.
Esta influencia se refleja en que es este un concepto interdisciplinario que permite
explorar y profundizar enfoques alternativos en los procesos de ayuda en la
intervención social. Los conceptos de resiliencia y resiliencialidad han emergido
como conceptos holísticos, capaces de convertirse en áreas interesantes de
investigación, que exploran las capacidades personales e interpersonales y las
fuerzas internas que se pueden desplegar para aprender y crecer a través de las
situaciones de adversidad. Podría decirse, siguiendo a Richardson (2002) que la
resiliencia es una metateoría que integra o que abarca teorías comprendidas en
diferentes disciplinas, entre las que se podrían destacar psiconeuroinmunología,
filosofía, física, psicología, medicina oriental, neurociencias, ecología, sociología,
antropología. Richardson (2002) habla de resiliencia y resiliencialidad como una
metateoría que puede atraer en las profesiones de ayuda porque no se orienta a los
problemas y también porque ofrece algunas libertades a los profesionales para
explorar otras vías de ayuda.
En relación al origen del concepto el vocablo “resiliencia” éste proviene del
término latino resilium, que significa “volver atrás”, “volver de un salto”, “volver al
estado inicial”, “rebotar”. Originariamente fue usado para referirse a la cualidad de
elasticidad y plasticidad de una sustancia (Greene y Conrad, 2002). Ha sido
definido por el American Heritage Dictionary (1994) como la habilidad para
recuperarse rápidamente de la enfermedad, cambio o infortunio. La palabra
resiliente ha sido generalmente aplicada a las personas que se sobreponen a las
dificultades.
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2. CONCEPTUALIZACIONES DE LA RESILIENCIA
La resiliencia aparece actualmente como una palabra común en la vida
cotidiana, sin embargo no existe un consenso sobre su definición ya que son
muchos los autores, incluso las marcas comerciales, que incorporan el concepto en
sus trabajos. Fraser, Richman y Galinsky (1999), desde la disciplina de Trabajo
Social, han sugerido que la resiliencia implica (1) sobreponerse a las dificultades y
tener éxito a pesar de estar expuestos a situaciones de alto riesgo; (2) mantener la
competencia bajo presión, esto quiere decir saber adaptarse con éxito al alto riesgo
y (3) recuperarse de un trauma ajustándose de forma exitosa a los acontecimientos
negativos de la vida. En una visión similar Masten (1994) había sostenido que la
resiliencia se refiere a (1) personas de grupos de alto riesgo que han obtenido
mejores resultados de los esperados; (2) buena adaptación a pesar de experiencias
(comunes) estresantes (cuando los estresares son extremos la resiliencia se refiere
a patrones de recuperación) y (3) recuperarse de un trauma. A pesar de las
diferencias en terminología, la resiliencia tiene que entenderse como un proceso. En
este sentido Masten y Coatsworth (1998) entienden la resiliencia como constructo
dinámico que incluye una amplia clase de fenómenos implicados en las
adaptaciones exitosas en el contexto de amenazas significativas para el desarrollo.
La resiliencia, aunque requiere una respuesta individual, no es una característica
individual ya que está condicionada tanto por factores individuales como
ambientales, emergiendo de una gran heterogeneidad de influencias ecológicas que
confluyen para producir una reacción excepcional frente a una amenaza importante.
Algunos autores conceptualizan la resiliencia en función o en comparación
con los procesos y situaciones de riesgo psicosocial, proponiendo que las conductas
resilientes son los resultados positivos frente a dichos riesgos que implican
competencias individuales, familiares e interpersonales. Para Rutter (1985, 1999) la
resiliencia se comprende como la variación individual en la manera en la que las
personas responden a los riesgos a lo largo del tiempo. Por otro lado Kirby y Fraser
(1997) relacionan riesgo y resiliencia formando un continuo, en el que cada
dimensión representa el lado opuesto de la otra.
Otros autores (Dyer y McGuinnes, 1996) entienden la resiliencia como un
concepto global, multifacético, asociado con numerosas características individuales
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y multisistémicas. En esta línea Grotberg (1995) entiende la resiliencia como una
capacidad universal que permite a las personas, familias, grupos o comunidades
prevenir, minimizar o sobreponerse a los efectos dañinos de la adversidad, o a
anticipar adversidades inevitables. Para este autor las conductas resilientes pueden
responder a la adversidad por una parte manteniendo la calma y el desarrollo
normal a pesar de la adversidad y por otra promoviendo el crecimiento personal
más allá del nivel presente de funcionamiento (Grotberg, 1995: 2).
El concepto de resiliencia está generando aportaciones de gran interés a los
profesionales de la intervención social, sin embargo en el contexto académico recibe
numerosas críticas. Greene y Conrad (2002) en su revisión global del concepto de
plantean cómo varios teóricos han encontrado en las investigaciones el uso del
término resiliencia muy vago. Además, la dificultad principal en definir la resiliencia
es que no es un constructo simple y que las reacciones subjetivas de las personas
para circunstancias aparentemente similares pueden variar así como sus niveles de
conciencia y respuesta ante un acontecimiento. Luthar, Cicchetti y Becker (2000)
abordaron los aspectos más controvertidos que han ido surgiendo en torno a este
concepto y los resumen en cuatro grandes categorías: (1) Ambigüedad y variaciones
en las definiciones y en el uso de la terminología; (2) Variaciones en el
funcionamiento psicológico entre áreas y entre situaciones de riesgo en niños
resilientes; (3) Inestabilidad en el fenómeno de resiliencia; (4) Controversia de
carácter teórico que pone en duda la utilidad científica del concepto de resiliencia.
3. ETAPAS EN LA INVESTIGACIÓN SOBRE RESILIENCIA
Para integrar el significado del concepto en la intervención social es
importante que tomemos como punto de partida las aportaciones de las distintas
etapas de investigación en resiliencia. Los estudios de resiliencia emergieron a
través de la identificación fenomenológica de características de supervivientes,
sobre todo de niños y jóvenes, que vivían o habían vivido en su infancia en
situaciones de alto riesgo. Greene y Conrad (2002) también afirman que la
investigación en resiliencia surgió como resultado de los estudios de los factores de
riesgo.
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Los orígenes del concepto se sitúan a partir de investigaciones claves sobre
hijos de madres esquizofrénicas (Garmezy, Masten y Tellegen, 1984 y Garmezy,
1991) y el estudio longitudinal de Werner y Smith (1992). En un primer momento,
en el intento de encontrar las fuerzas protectoras, la investigación se centró en las
cualidades personales de los niños resilientes como autonomía o autoestima
elevada. Sin embargo, en la medida que en que el trabajo en este área se iba
desarrollando los investigadores llegaron a la convicción que esa resiliencia
derivaba, en muchas ocasiones, de factores externos a los niños. La investigación
subsiguiente identificó tres factores principales: (1) atributos del propio niño; (2)
características de sus familias y (3) características del contexto social más amplio
que rodea a niños y familias.
Durante las dos últimas décadas, el foco de atención se ha desplazado de la
identificación de los factores protectores a la comprensión de los procesos que
subyacen a dichos factores protectores. Así, más que estudiar qué factores en el
niño, en la familia y en la comunidad estaban relacionados con la resiliencia, se
centraron en estudiar cómo tales factores contribuyen a la adaptación positiva.
Finalmente, la idea de resiliencia como algo absoluto y global, ha cambiado en los
últimos años pasando a ser considerada en este momento como algo relativo, que
depende del equilibrio dinámico de factores personales, familiares y sociales y
también de los momentos del ciclo vital, y específico, generalmente circunscrito a
determinadas áreas de adaptación psicológica. La investigación ha puesto de
manifiesto con claridad que la adaptación positiva a pesar de la exposición a la
adversidad implica una progresión evolutiva, de tal manera que van surgiendo
nuevas vulnerabilidades y nuevos apoyos conforme cambian las circunstancias
vitales (Werner y Smith, 1992).
En este artículo nos vamos a detener en las etapas de investigación
propuestas por Richardson (2002) ya que nos servirán de referencia para proponer
aplicaciones del concepto a la Intervención Social. De acuerdo con este autor hay
tres etapas de estudio de riesgo y resiliencia (Tabla 1.1.).
La primera etapa respondió a la pregunta ¿qué características marcan a las
personas que prosperarán frente a factores de riesgo o adversidad en oposición a
aquellos que sucumben hacia conductas destructivas?. La lista de cualidades de
resiliencia representó la primera etapa de investigación en este tema. La segunda
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etapa se ocupó de descubrir el proceso de obtención de las cualidades de resiliencia
identificadas en la anterior etapa. Se propone en esta etapa una teoría de la
resiliencialidad, basada en el modelo de resiliencialidad de Richardson et al., (1990).
En la tercera etapa se profundizó en el concepto de resiliencia y en cómo la fuerza
motivacional dentro de cada uno puede conducir a lograr sabiduría,
autoactualización y altruismo y puede estar en armonía con una fuente de fuerza
espiritual. Resiliencia y Resiliencialidad pueden considerarse metateorías que están
ofreciendo una cobertura para otras teorías psicológicas y educativas.
TABLA 1.1.: TRES ESTAPAS EN LA INVESTIGACIÓN EN RESILIENCIA
Descripción Resultados
PRIMERA ETAPA
Cualidades de
resiliencia
Descripciones
fenomenológicas de
cualidades resilientes de
individuos y sistemas de
apoyo que predicen el éxito
personal y social
Lista de cualidades, valores o factores de
protección que ayudan a las personas a
crecer a través de la adversidad
(autoestima, autoeficacia, sistemas de
apoyo…)
SEGUNDA ETAPA
El proceso y la
Teoría de
resiliencialidad
Resiliencialidad es el proceso
de poder con estresores,
adversidad y cambio u
oportunidad de manera que
los resultados produzcan una
identificación, fortalecimiento
y enriquecimiento de los
factores de protección.
Describe los procesos de disrupción y
reintegración en la adquisición de las
cualidades de resiliencia descritas en la
primera etapa. Un modelo que enseña a
usuarios y profesionales a elegir entre
reintegración resiliente, reintegración
cómoda (vuelta a la zona de confort) o
reintegración con pérdida.
TERCERA ETAPA
Fuerzas
motivacionales y
Resiliencia innata
Se basa en la identificación
multidisciplinaria del
pensamiento postmoderno y
cree en las fuerzas
motivacionales dentro de los
individuos y grupos y la
creación de experiencias que
adoptan la activación y
utilización de esas fuerzas.
Ayuda a los usuarios y a los profesionales a
descubrir y aplicar la fuerza que conduce a
las personas hacia la auto-actualización y
hacia la reintegración resiliente de las
dificultades y obstáculos de la vida.
3.1. PRIMERA ETAPA
Esta etapa se focalizó en la identificación de capacidades y fortalezas de los
individuos (Benson, 1997). El carácter, rasgo o la premisa situacional de
resiliencialidad es que las personas poseen fortalezas selectivas y valores que les
ayudan a sobrevivir a la adversidad. Las características resilientes se han referido
en la literatura como factores de protección o valores de desarrollo. Entre las
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disciplinas de ayuda existe un debate sobre si estos factores o características de
resiliencia se aprenden o son parte de la naturaleza genética. Richardson (2002)
afirma que este debate se ha ido clarificando en la investigación sobre
resiliencialidad.
Como se señaló anteriormente las investigaciones claves citadas en la
mayoría de la literatura sobre el tema se realizaron con población infantil que vivía
situaciones de riesgo, derivadas sobre todo de pobreza y enfermedad mental de los
padres. Destacan los estudios de Werner (1982) y Werner y Smith (1992) quienes
estudiaron los niños de una comunidad durante 30 años. Werner empezó el estudio
en 1955 observando específicamente una población multirracial de niños
identificados como que estaban en alto riesgo debido a cuatro categorías de
factores ambientales. Aproximadamente 200 de 700 niños estaban viviendo
situaciones de alto riesgo debidos a: (1) estrés perinatal; (2) pobreza; (3)
inestabilidad cotidiana y (4) problemas serios de salud mental en los padres. Werner
descubrió que 72 de los 200 niños estaban llevando una vida muy adaptada y bien a
pesar de los factores de riesgo. La autora categorizó las cualidades de resiliencia
que ayudaron a estos niños a ser competentes frente a ambientes de alto riesgo. En
la misma línea se encuentran los estudios de Rutter (1979; 1985) con hijos de
padres esquizofrénicos y los de Garmezy, Masten y Tellegen (1984) y Garmezy
(1991). (Tabla 1.2.)
TABLA 1.2. AUTORES Y RESULTADOS DE LOS ESTUDIOS CLÁSICOS DE RESILIENCIA
AUTORES LISTADO DE CUALIDADES RESILIENTES ENCONTRADAS EN SUS
INVESTIGACIONES
Werner (1982)
y Werner y
Smith (1992)
Ser mujer, fuerte físicamente, socialmente responsable, adaptable, tolerante,
orientados hacia metas concretas, buenos comunicadores y con un buen nivel
de autoestima, ambiente de apoyo y cuidados dentro y fuera de la familia.
Rutter (1979;
1985)
Ser mujer, buen temperamento, clima escolar positivo, autodominio, autoeficacia,
habilidades de planificación y una relación personal cercana, cálida y estable
con al menos un adulto.
Garmezy
(1991) y
Garmezy,
Masten y
Tellegen (1984)
Efectividad (trabajo, juego y amor), expectativas altas, perspectivas positivas,
autoestima, locus de control interno, autodisciplina, habilidades de resolución de
problemas, habilidades de pensamiento crítico y humor.
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Por otra parte entre los estudios realizados con población general
destacamos el que dirigió Benson (1997) en el Search Institute en el que se
encuestaron a más de 350.000 estudiantes de sexto a doceavo grado en 600
comunidades entre 1990 y 1995. Identificaron 30 valores de desarrollo que los
jóvenes manifestaban para funcionar óptimamente en la vida. Después de estudios
continuados se identificaron 40 y se agruparon en (1) externos: recibir apoyos
(familias, adultos, vecindario y escuela), sentido de empowerment (valores y
autodeterminación), conocer límites y expectativas y encontrar un uso del tiempo
constructivo e (2) internos: compromiso educativo (motivación por el logro), valores
positivos (ser cariñosos, honestidad, responsabilidad e integridad), competencia
social e identidad positiva (autoestima, control interno y habilidades de resolución).
Como ya se ha señalado, la primera etapa contribuyó a identificar las
cualidades de resiliencia que ayudan a las personas a recuperarse de la adversidad.
La lista de rasgos, estados, características, condiciones y virtudes en la literatura es
exhaustiva y ha sido significativo el paradigma resultante orientado al
reconocimiento e identificación de fortalezas personales y los factores de protección.
Exponemos tres ejemplos más de descripciones de cualidades y categorías de
resiliencia de esta primera etapa (Tabla1.3.; Tabla 1.4. y Tabla 1.5.)
TABLA 1.3.: LOS PILARES DE LA RESILIENCIA (Basado en Wolin,1999)
INTROSPECCIÓN
Capacidad de preguntarse a sí mismo y darse una respuesta honesta
INDEPENDENCIA
Capacidad de mantener distancia emocional y física sin caer en el aislamiento
Saber fijar límites entre uno mismo y el medio con problemas
CAPACIDAD DE RELACIONARSE
Habilidad para establecer lazos e intimidad con otros y equilibrar la propia necesidad de afecto con la
actitud de brindarse a otros
INICIATIVA
Gusto de exigirse y ponerse a prueba en tareas cada vez más exigentes
HUMOR
Encontrar lo cómico en la propia tragedia
CREATIVIDAD
Capacidad de crear orden, belleza y finalidad a partir del caos y el desorden
MORALIDAD
Extender el deseo personal de bienestar a toda la humanidad y capacidad de comprometerse con
valores (sobre todo a partir de los 10 años).
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TABLA 1.4.: CATEGORÍAS DE FACTORES RESILIENTES (Grotberg, 2001)
YO TENGO
-Personas del entorno en quienes confío y que me quieren incondicionalmente
-Personas que me ponen límites para que aprenda a evitar los peligros o problemas
-Personas que me muestran por medio de su conducta la manera correcta de proceder
-Personas que quieren que aprenda a desenvolverme sólo
-Personas que me ayudan cuando estoy enfermo o en peligro o cuando necesito aprender
YO SOY
-Una persona por las que otros sienten aprecio y cariño
-Felíz cuando hago algo bueno para los demás y les demuestro mi afecto
-Respetuoso de mí mismo y del prójimo
YO ESTOY
-Dispuesto a responsabilizarme de mis actos
-Seguro de que todo saldrá bien
YO PUEDO
-Hablar sobre cosas que me asustan o me inquietan
-Buscar la manera de resolver los problemas
-Controlarme cuando tengo ganas de hacer algo peligroso o que no está bien
-Buscar el momento apropiado para hablar con alguien o actuar
-Encontrar a alguien que me ayude cuando lo necesito
TABLA 1.5. CARACTERÍSTICAS RESILIENTES EN LOS DISTINTOS NIVELES ECOLÓGICOS
(Ungar, 2003)
CARACTERÍSTICAS PROPIAS DE LOS NIÑOS RESILIENTES
Aptitudes físicas e intelectuales; Autoeficacia. Introspección: Autoimagen positiva. Autoestima. Metas
y aspiraciones. Sentido de Humor/Creatividad. Perseverancia. Empatía. Expresividad. Iniciativa.
Autonomía. Moralidad.
CARACTERÍSTICAS INTERPERSONALES
Relaciones significativa con otros, saber mantener su red social, capacidad de saber restablecer la
autoestima cuando es amenazada por otros, asertividad, atención positiva en los otros.
CARACTERÍSTICAS FAMILIARES
Calidad en la crianza y educación, expresividad emocional, flexibilidad, bajos niveles de conflictos
familiares, recursos financieros suficientes, colaboración
CARACTERÍSTICAS DEL AMBIENTE y SOCIOCULTURALES
Ambientes seguros, acceso a recursos comunitarios educativos y de ocio, percibir apoyo social,
percibir integración social, afiliación a organizaciones religiosas
3.2. SEGUNDA ETAPA
La segunda etapa de investigación en resiliencialidad supuso un intento de
responder a la pregunta de cómo se adquieren las cualidades resilientes y cuales
son los procesos asociados a una adaptación positiva, dado que la persona vive o
ha vivido en condiciones de adversidad. Aparecieron en esta etapa propuestas
teóricas, metodológicas y distintas y nuevas perspectivas de la resiliencia, sobre
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todo reflejando su característica de proceso. Los autores más significativos de esta
etapa son Richardson et al (1990), Rutter (1999), Grotberg (1995), Luthar y Cushing
(1999); Masten (1999), Kaplan (1999) y Bernard (1999). La mayoría de estos
autores entienden la resiliencia como un proceso dinámico donde las influencias del
ambiente y del individuo interactúan en una relación recíproca que permite a la
persona adaptarse a pesar de la adversidad. Podrían adscribirse al modelo
ecológico-transaccional de resiliencia, basado en el modelo ecológico de
Bronfenbrenner (1981). Considerando la resiliencia como un proceso dinámico los
recursos tienen que ser evaluados tanto a nivel individual como familiar, en la red
social y en los contextos más amplios. Un ejemplo de medición de resiliencia
centrada en el proceso es el propuesto por Constantine, Bernard y Díaz (1999) The
Healthy Kids Resilience Questionnaire, para evaluar recursos en adolescentes
(Citado en Olsson et al., 2003). Sin embargo, en relación a los enfoques teóricos,
nos vamos a centrar en las aportaciones de Flach (1988, 1997), quien sugirió que
las cualidades resilientes se logran a través de una ley de crisis y reintegraciones y
de Richardson et al, (1990), quienes detallaron el proceso de adquisición de las
cualidades resilientes como una función de elección consciente e inconsciente. La
resiliencia desde estas perspectivas teóricas, más basadas en las teorías de estrés,
se presenta como un modelo simple lineal que describe una persona o grupo
pasando a través de etapas de (1) homeostasis biopsicoespiritual; (2) interacciones
con movimientos de la vida; (3) crisis; (4) preparación para la reintegración y (5) la
elección para reintegrar a) de forma resiliente, b) volver a la homeostasis, c)
reintegrar con pérdida o d) reintegración disfuncional. (Figura 1.1.).
El modelo de resiliencialidad de Richardson et al, (1990) es un medio por el
cual las personas, a través de crisis o reacciones hacia los acontecimientos de la
vida, tienen la oportunidad de elegir consciente o inconscientemente los resultados
de crisis.
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R.
Resiliente
Estresores
Adversidades
Acontecimientos vitales
Homeostasis
Bio-psico
espiritual
Disrupción Reintegración
Factores
De
Protección
R.
Homeostática
R. con
pérdida
R. Disfuncional
MODELO DE RESILIENCIA DE RICHARDSON ET AL (1990)
Figura 1.1. Modelo de Resiliencia de Richardson et al. (1990).
La Reintegración Resiliente es experimentar alguna comprensión o
crecimiento a través de las crisis con resultado de identificación o fortalecimiento de
las cualidades resilientes. La Reintegración que Vuelve a la Homeostasis es dejar
pasar la crisis sin pararse mucho a aprender de ella. Recuperarse con Pérdida
significa que las personas tienen motivación, esperanzas o energía por las
demandas que vienen de los movimientos de la vida. La Reintegración Disfuncional
ocurre cuando las personas terminan consumiendo sustancias o con conductas
destructivas para ellos mismos o los demás o usan otros medios para afrontar los
movimientos de la vida. Muchas personas que reintegran disfuncionalmente tienen
falta de capacidad para la introspección y requieren terapia para ayudarles a esto.
Este modelo ha recibido algunas críticas como: (1) que existen múltiples y
continuas crisis y reintegraciones en la vida y éstas se pueden dar simultáneamente;
que el proceso de resiliencia puede darse en unos segundos a partir de una
pequeña experiencia o información o durar años para adaptarse a acontecimientos
dramáticos; (3) que el proceso de resiliencia se aplica a individuos, parejas, familias,
escuelas, comunidades y otros grupos; (4) que la reintegración resiliente puede ser
pospuesta.
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Un postulado de esta teoría de la resiliencia es que los individuos están
genéticamente predispuestos con mayores potenciales de los que generalmente se
manifiestan en la mente consciente. Los medios para acceder a estos potenciales es
a través de los procesos disruptivos resilientes. La validez usando modelos de
ecuaciones estructurales de cualidades resilientes en el modelo de resiliencia se ha
probado en mujeres (Dunn, 1994), hijos adultos de alcohólicos (Walker, 1996) y
estudiantes universitarios (Neiger, 1991). En el estudio de Dunn los predictores
mentales y físicos de la reintegración resiliente se compararon con medidas
espirituales que incluyeron proyecto de vida, locus de control, religiosidad o creencia
en un poder superior, creatividad, humor y afectividad.
3.3. TERCERA ETAPA
Esta tercera etapa la plantea Richardson (2002) con ciertas dudas puesto que
abre las puertas hacia una vasta diversidad de opiniones, escepticismos y
perspectivas. Como ya se ha señalado, la metateoría de la resiliencia acepta
paradigmas académicos tan variados como física, ecología, filosofía, antropología,
psicología, biología, teología etc . Sin embargo, siguiendo al autor, el paradigma
común primario es que los humanos, así como otros seres vivos, tienen energía o
resiliencia.
En la tercera etapa se equipara energía a resiliencia, como hemos observado.
Se entiende que la reintegración resiliente requiere de un incremento de esta
energía para crecer y la pregunta que se plantea en esta etapa es: Qué es y dónde
se encuentra la fuente de energía o motivación para hacer reintegraciones
resilientes. Matizando las respuestas a estas cuestiones esta tercera etapa se
considera por los autores la más antigua ya que las respuestas a estas cuestiones
se han buscado desde hace muchos siglos.
Uno de los postulados que se describen y que apoyan esta teoría de la
resiliencia es que la fuente para actualizar la resiliencia proviene del propio
ecosistema de uno y la resiliencia es una capacidad que está en cada ser humano.
La energetización que viene del encuentro con un ser querido o de disfrutar
de la naturaleza o de recibir una buena noticia etc puede tener un poderoso efecto
de curación y disminución de enfermedades físicas menores. También observamos
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que mientras más parecen aprender los físicos más aluden a una fuerza que
conduce y controla el universo y que algunos autores están llamando resiliencia.
Desde la medicina oriental y desde el taoismo de Lao-Tzu quien 500 años AC
sugirió que todas las cosas conectan con la energía que fluye llamada Chi y que
sólo cuando se crea la paz dentro de uno mismo puede la persona moverse al
compás con las energías que circulan dentro y alrededor de la persona. Por otro
lado tener fe en Dios o en una fuerza creativa fortifica el sistema inmunológico del
además de incrementar la autoeficacia y otras cualidades resilientes. En resumen y
de acuerdo con los autores de esta tercera etapa este postulado afirma que son las
fuentes ecológicas las que ofrecen o provocan resiliencia en las personas.
En esta línea se publicó en el año 2000 un número especial de American
Psychologist que puede hacer confluir las tres etapas de investigación y ha descrito
características óptimas y estados de cualidades de resiliencia que incluyen felicidad
(Buss, 2000); bienestar subjetivo (Diener, 2000); optimismo (Petterson, 2000); fe
(Myers, 2000); autodeterminación (Schwartz, 2000); sabiduría (Baltes y Staundinger,
2000), excelencia (Lubinski y Benbow, 2000) y creatividad (Simonton, 2000).
También ha habido un número especial del Journal of Social and Clinical
Psychology dedicado a las fortalezas, virtudes y características positivas. Las
cualidades resilientes descritas en este número incluyen moralidad y autocontrol
(Baumeister y Exline, 2000), gratitud (Emmons y Crumpler, 2000), olvido
(McCullough y Snyder, 2000), sueños (Zinder y McCullough, 2000), esperanza
(Snynder, 2000).
4. RESILIENCIA INDIVIDUAL Y RESILIENCIA FAMILIAR
El énfasis en la resiliencia individual llevó a los clínicos a tratar de salvar a los
sobrevivientes en forma individual sin analizar las potencialidades de su familia, o
incluso a expensas de dar por perdida a ésta o considerarla impotente. Sin embargo
el concepto de resiliencia familiar reafirma la capacidad de auto reparación de la
propia familia y ayuda a identificar y fomentar ciertos procesos que permiten a éstas
hacer frente con más eficacia a las crisis o estados persistentes de estrés, sean
internos o externos, y emerger fortalecidas de ellos. En primer lugar, la resiliencia
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familiar relaciona el proceso de la familia con los desafíos que se le plantea,
evaluándo el funcionamiento familiar en su contexto social y su grado de ajuste a
éste según las diversas exigencias. En segundo lugar, incorpora una visión
evolutiva, y no transversal, de los desafíos que enfrenta la familia y sus reacciones a
lo largo del tiempo, examinando las variaciones de la resiliencia relacional en las
distintas fases de adaptación y etapas del ciclo vital. El marco de la resiliencia
familiar es útil para evaluar el funcionamiento de la familia tomando en cuenta su
estructura, sus demandas psicosociales, sus recursos y limitaciones. Walsh (1996)
entiende que la familia es un foco de resiliencia pese a situaciones de alta
disfuncionalidad y que al consolidar la resiliencia familiar, robustecemos a la familia
como unidad funcional y posibilitamos que inculque esa capacidad en todos sus
miembros.
Factores que promueven la Resiliencia Familiar
Entre los factores que promueven la resiliencia familiar la autora apunta, aparte
de las personales que ya hemos destacado: (1) La naturaleza de la familia, sobre
todo, la cohesión, la ternura y la preocupación por los niños dentro de la familia. La
relación emocional estable con al menos uno de los padres u otra persona
significativa, aunque no necesariamente en todo momento, protege o mitiga los
efectos nocivos de vivir en un medio adverso. (2) La disponibilidad de fuentes de
apoyo externo, clima educacional abierto, y con límites claros; (3) El género: se
considera al género masculino como una variable con mayor vulnerabilidad al
riesgo, debido a que en situación de quiebra familiar, los niños tienen más
probabilidad que las niñas de ser reubicados en alguna institución; a diferencia de
las niñas y de reaccionar a través de conductas oposicionistas, lo cual, a su vez,
genera respuestas negativas de sus padres, y en general, las personas tienden a
interpretar de modo distinto las conductas agresivas de los niños que las de las
niñas y, a su vez, castigar más severamente estos comportamientos en los varones;
(4) El desarrollo de intereses y vínculos afectivos: la presencia de intereses y
personas significativas fuera de la familia favorecen la manifestación de
comportamientos resilientes en circunstancias familiares adversas; (5) La relación
con pares: Los niños resilientes se caracterizan por tener una relación de muy
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buena calidad con sus pares; (6) El haber vivido experiencias de autoeficacia,
autoconfianza y contar con una autoimagen positiva.
Distintos enfoques en Resiliencia Familiar
1. Desde el enfoque sistémico Dallos (1996), plantea que, en las dos últimas
décadas, un cuerpo creciente de investigaciones sistémicas ha mostrado que para
evaluar el funcionamiento individual y familiar sano importan más los procesos que
la forma de la familia. Incluyen como elementos básicos de la resiliencia los
procesos de cohesión, flexibilidad, comunicación franca, resolución de problemas y
reafirmación del sistema de creencias (Dallos, 1996). También estos elementos han
sido importantes para el examen de los procesos de transición ante cualquier
situación de crisis. El enfoque sistémico de las pérdidas desarrollado por Walsh y
McGoldrick (1998) desplazó el interés del duelo individual a los procesos de
adaptación de la familia tendentes a la recuperación y la resiliencia.
2. Desde el enfoque ecológico multidimensional, Falicov (1988) aboga por una
concepción ecológica multidimensional, admitiendo que en cada familia se combinan
y superponen rasgos derivados de múltiples contextos culturales, basados en la
singular configuración que han tenido en la vida de sus miembros muchas variables,
como la etnicidad, la posición socioeconómica, la religión, la estructura de su familia
de origen, los roles asociados al género, la tendencia sexual y la etapa del ciclo vital
que están atravesando. El conflicto y el cambio forman parte de la vida familiar no
menos que la tradición y la continuidad, como se aprecia en los retos planteados por
el proceso migratorio, con su profunda disociación ecológica y el inevitable
desarraigo. De acuerdo con este enfoque una evaluación holística ha de incluir
todos los contextos en que la familia habita simultáneamente, con el fin de
comprender los desafíos, recursos y limitaciones de esa posición. Este enfoque
evalúa a cada familia según sus recursos y desafíos, así procesos familiares que
pueden ser muy eficaces para abordar una serie de desafíos tal vez deban
modificarse para abordar otros. Toda familia tiene la capacidad potencial de actuar
con resiliencia y hay muchas maneras de hacerlo.
3. Desde las teorías del Estrés Patterson (2002) parte de la base que los
resultados de funcionamiento familiar son un prerrequisito para valorar la
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
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competencia familiar y por tanto su resiliencia. La autora le otorga una gran
importancia a los procesos y situaciones de riesgo y de protección que
experimentan las familias y cómo estas protecciones aumentan la resiliencia familiar
en términos de capacitar a las familias para afrontar las situaciones estresantes que
atraviesen. Desde esta perspectiva se considera también muy importante la
conciencia subjetiva familiar de sus fuentes de estrés y de sus habilidades para
manejarlas.
4. También por otro lado se plantea la importancia de dar sentido a las
situaciones críticas familiares y de los recursos comunitarios Las creencias comunes
conforman y refuerzan las pautas de interacción, determinando el modo en que la
familia enfoca una nueva situación y responde a ésta. Un suceso o momento de
transición crítico y disociador puede catalizar un gran cambio en el sistema de
creencias de la familia, con repercusiones en su reorganización inmediata y su
adaptación a largo plazo.
5. Es importante la existencia de recursos comunitarios y el hecho de que la
familia se disponga a utilizarlos, ya que a través de ellos puede obtener seguridad
económica, asistencia práctica, apoyo social y un sentimiento básico de conexión
con las redes de parentesco y amistad. En las comunidades pobres los desafíos que
enfrenta la familia no se relacionan únicamente con la comida o los recursos básicos
sino también con lo espiritual: la edificación de un sentimiento de dignidad y de
futuro en grupos familiares que, debido a su desesperación, han renunciado a su
sentido de la vida y a su autovaloración. En estos casos, el optimismo y la
esperanza (factores claves de la resiliencia) exigen sensibilidad social para poder
mejorar la situación y las perspectivas de la familia (Aponte, 1995).
EL ENFOQUE DE RESILIENCIA EN LA INTERVENCIÓN SOCIAL
Como hemos señalado las prácticas profesionales en la intervención social
están requiriendo progresivamente la incorporación de nuevos enfoques teóricos
que permitan a los equipos basarse en las capacidades de los clientes para hacer
frente a los obstáculos. Saleebey (1996: 297) ha llamado a esto una práctica basada
en las ideas de resiliencia, de recuperación, de posibilidades y de transformación.
Begun (1993) también afirmó que el futuro va a requerir el uso de referencias
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teóricas avanzadas sobre la conducta humana y social que mejor se orienten a las
complejidades de la vida. Necesitamos comprender cómo las personas responden
positivamente a situaciones adversas y cómo usar este conocimiento para optar por
una posición de potenciar las fortalezas, la adaptación positiva, la competencia y la
autoeficacia de usuarios y clientes.
La información proveniente de la teoría y la investigación sobre resiliencia es
tan amplia que se puede conceptualizar como un enfoque teórico para la práctica
social, enfoque que algunos autores llaman de conducta humana basada en
resiliencia (Begun, 1993; Fraser y Galinsky, 1997; Gitterman, 1991, 1998; Saleebey,
1997a, Gilgun, 1996a, 1996b). Este movimiento conceptual, como afirman Greene y
Conrad (2002) resulta de perspectivas teóricas renovadas, de la experiencia de los
supervivientes y de la sabiduría de los profesionales expertos.
Germain (1990), desde perspectivas ecológicas sugirió que el estudio de
desarrollo humano debería dirigirse hacia la comprensión de emociones,
espiritualidad, resiliencia, relaciones, cuidados, autoestima y autoconcepto,
autoeficacia, competencia, autodirección, capacidad para atribuir sentido a la
experiencia de la vida, autoayuda y ayuda mutua (Germain, 1990: 139).
El enfoque de resiliencia en intervención social está estrechamente
relacionado con los constructos de riesgo, protección y resiliencia y ofrecen un
lenguaje común para investigadores y profesionales, que sin embargo, no pueden
obviar, tal como sugiere la investigación, que los factores de riesgo son más
potentes que los factores de protección. En un nivel alto de riesgo los factores de
protección o no existen o son muy débiles para proteger la adversidad extrema. Es
por esto que se ha de tener mucha precaución con las intervenciones sólo basadas
en la perspectiva de las fortalezas, los factores de protección y la resiliencia (Fraser,
Richman y Galinsky, 1999).
A pesar de esto la orientación basada en protección y resiliencia es
sumamente importante. Para niños, adolescentes, adultos y familias en alto riesgo
los factores de protección y las cualidades de resiliencia en los distintos niveles
ofrecen pistas de cómo afrontar los riesgos. Parece probable que la protección
opera más efectivamente en un nivel de medio riesgo donde la adversidad no es
una amenaza vital y los riesgos no son tan potentes como para cambiar el curso de
la vida. En la planificación de provisión de servicios, reducir riesgos, aumentar
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
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protecciones y activar resiliencias se contempla como uno de los aspectos más
importante a tener en cuenta. Es a la luz de la creciente investigación sobre estos
temas que los profesionales de la intervención social deben confiar cada vez más
en esta perspectiva de protección y resiliencia.
Directrices para la intervención social desde la perspectiva de resiliencia
Siguiendo a Fraser y Galinsky (1997) y Howard y Jenson (1999) los
conceptos de riesgo, protección y resiliencia ofrecen un esquema conceptual en
Intervención Social para: (1) Comprender cada una de las situaciones
sociofamiliares en la práctica profesional; (2) Desarrollar planes de acción; (3)
Diseñar servicios específicos dirigidos a niños, adolescentes, adultos y familias
basados en la identificación, fortalecimiento y potenciación de los recursos y
fortalezas; (4) Construir modelos e instrumentos de evaluación de programas y
servicios; (5) Supervisar equipos y proyectos basados en resiliencia; (6) Plantear
investigaciones con enfoque de resiliencia relacionadas con prevención de
conductas violentas, de consumo de sustancias, de maltrato, etc y también en
acogimientos familiares, adopciones, acogimientos residenciales, etc.
Basándonos en las etapas descritas anteriormente aportamos algunas
aplicaciones a la intervención social del concepto, a modo de estrategias ecológicas
de resiliencia, que ponen la mirada en los recursos y capacidades. La primera etapa
nos sugiere la necesidad de más Prevención, la segunda etapa está más orientada
a la Conceptualización e Investigación, y la tercera nos aporta más elementos para
la Promoción. (Tabla 1.6.).
Asumir e integrar estos paradigmas de resiliencia ayuda a los profesionales a
proponer distintos niveles de trabajo en colaboración con usuarios y clientes que van
desde la terapia hasta los grupos y programas comunitarios basados en el
reconocimiento y fortalecimiento de las características resilientes y los procesos
motivacionales de las personas, sus familias y entornos. Para activar intervenciones
de este tipo es importante que los profesionales crean en los recursos naturales de
éstos y se esfuercen por analizar, descubrir y activar los factores facilitadores de
resiliencia tanto en las personas, grupos y situaciones con las que trabajan como en
ellos mismos. Los objetivos de las intervenciones basadas en resiliencia deben
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
19
encaminarse a la prevención de situaciones de riesgo psicosociales, el
fortalecimiento ante los mismos y la promoción y potenciación de estas cualidades.
TABLA 1.6.: APLICACIONES A LA INTERVENCIÓN SOCIAL BASADAS EN LAS ESTAPAS EN
LA INVESTIGACIÓN EN RESILIENCIA
Descripción Resultados Aplicaciones a La Intervención
Social
PRIMERA
ETAPA
Cualidades de
resiliencia
Descripciones
fenomenológicas de
cualidades resilientes
de individuos y
sistemas de apoyo
que predicen el éxito
personal y social
Lista de cualidades,
valores o factores
de protección que
ayudan a las
personas a crecer a
través de la
adversidad
(autoestima,
autoeficacia,
sistemas de
apoyo…)
Identificación de factores de
protección en niños,
adolescentes, adultos y familias
Identificación de estrategias de
reducción de riesgos y aumento
de protección
Identificación de sistemas de
apoyo
SEGUNDA
ETAPA
El proceso y la
Teoría de
resiliencialidad
Resiliencialidad es el
proceso de poder con
estresores,
adversidad y cambio
u oportunidad de
manera que los
resultados produzcan
una identificación,
fortalecimiento y
enriquecimiento de
los factores de
protección.
Describe los
procesos de
disrupción y
reintegración en la
adquisición de las
cualidades de
resiliencia descritas
en la primera etapa.
Un modelo que
enseña a usuarios y
estudiantes a elegir
entre reintegración
resiliente,
reintegración
cómoda (vuelta a la
zona de confort) o
reintegración con
pérdida.
Trabajar a partir de las
experiencias y de las
capacidades de respuestas ante
los cambios y las crisis de niños,
adolescentes, adultos y familias
Estrategias de fortalecimiento y
complementación de las redes de
apoyo
Orientación y consejo
Grupos de apoyo que fomenten
el intercambio, la autoconciencia
y autoresponsabilidad
TERCERA
ETAPA
Fuerzas
motivacionales
y
Resiliencia
innata
Se basa en la
identificación
multidisciplinaria del
pensamiento
postmoderno y cree
en las fuerzas
motivacionales
dentro de los
individuos y grupos y
la creación de
experiencias que
adoptan la activación
y utilización de esas
fuerzas.
Ayuda a los clientes
y a los estudiantes a
descubrir y aplicar
la fuerza que
conduce a las
personas hacia la
auto-actualización y
hacia la
reintegración
resiliente de las
dificultades y
obstáculos de la
vida.
Incorporar los significados de los
acontecimientos en los niños,
adolescentes, adultos y familias.
Descubrir centros motivacionales
en los clientes o miembros de
nuestros programas desde los
paradigmas de ellos.
Incorporar técnicas de
introspección, interiorización,
técnicas corporales, meditativas
Las sugerencias más comunes para las aplicaciones de la resiliencia se
fundamentan dentro del ámbito de infancia y familia, en las intervenciones
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
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educativas y familiares con las expectativas de que educadores, padres, miembros
de las redes de apoyo y profesionales se podrán adaptar a estos paradigmas. Se
han elaborado para ello la Guía Curricular para jóvenes resilientes (Richardson,
1998); La Guía del Instructor para incorporar Resiliencia Personal, la Guía del
Instructor para Relaciones Resilientes y la Guía para trabajar con niños del sistema
de protección (Guilligan, 2001) así como numerosos proyectos basados en
resiliencia en países como Argentina, Chile, Costa Rica y Perú (Melillo y Suárez-
Ojeda, 2001).
Aportaciones para la intervención social del concepto de resiliencia familiar
Aparte de las aplicaciones que hemos expuesto en la Tabla 1.6. proponemos
para la intervención social más focalizada en familias las siguientes aportaciones
derivadas del estudio del concepto de resiliencia familiar.
1. Aportaciones para los cambios en la orientación y metodologías de estudio en
resiliencia familiar.
Más que nuevas técnicas, lo que se precisa para orientar las intervenciones
son herramientas conceptuales que apunten a examinar la fortaleza. El concepto de
resiliencia familiar brinda una herramienta de esa índole, y pone el foco en superar
la crisis y el desafío. En primer lugar, en relación a la resiliencia familiar se debería
producir un cambio tanto en la intervención como en la investigación en el sentido
de poner más atención en las familias que funcionan adecuadamente, a fin de
identificar lo que las capacita para el éxito y las formas en que pueden colaborar con
los profesionales. En segundo lugar deberían orientarse a una mejor comprensión
de las capacidades y recursos de la familia en medio de la crisis o de un sufrimiento
prolongado y en los esfuerzos que apoyen y estimulen las respuestas más
saludables para el sistema familiar en estos procesos, incluidos grandes pérdidas y
etapas de transición, como la muerte, la separación, el divorcio y el nuevo
matrimonio. Mucho es lo que habría que aprender de las familias dotadas de
resiliencia para las intervenciones en grupos familiares que atraviesan situaciones
de riesgo. Las metodologías de estudios pueden ser diversas, así, el uso de
métodos cualitativos en las investigaciones sobre los procesos familiares, ofrecen
posibilidades para explorar los sistemas de creencias de la familia y los procesos
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
21
narrativos en su adaptación y superación. Los métodos etnográficos y las
descripciones narrativas de las experiencias estresantes y su significado tienen
especial valor para comprender la continuidad y el cambio en la evolución de la
familia y sobre todo en los grupos familiares que han soportado diversas crisis.
3. Aportaciones para favorecer las estrategias de colaboración.
Se estimula la colaboración entre los miembros de la familia, permitiéndose
crear nuevas o renovadas competencias, apoyo mutuo y la común confianza en que
son capaces de soportar los malos momentos. Desde el enfoque de resiliencia
familiar se debe potenciar a cada uno de los miembros, reforzando la idea de que si
obran en conjunto los miembros de la familia pueden allanar obstáculos en
apariencia insuperables y ellos vivenciarán que el éxito es en gran medida un
producto de sus esfuerzos, recursos y habilidades. Las experiencias de éxito
aumentan la confianza y la eficacia de la familia, permitiéndole, a su vez, enfrentar
con mayor eficacia aún las adaptaciones subsiguientes. El enfoque de resiliencia
ofrece un marco pragmático positivo, que orienta las intervenciones a fortalecer a las
familias a través de la resolución de sus problemas actuales (Walsh, 1998).
4. Aportaciones para incorporar las redes de apoyos y procesos de
autoayuda.
Con el fin de hacer que las familias manejen mejor las situaciones
estresantes, conviene que los esfuerzos a favor del cambio no sólo incluyan a la
familia sino además a las redes de apoyo y a sistemas más amplios, con el objeto
de estimular vínculos comunitarios que la mayoría de las familias han perdido. Son
particularmente adecuados los grupos de autoayuda Las familias reaccionan
positivamente cuando se despatologiza su angustia en grupo de iguales.
El enfoque de resiliencia va más allá de la resolución de los problemas,
ocupándose de su prevención, no sólo mediante la reparación actual sino también
preparándo a los individuos y familias para retos futuros. Se ayuda a anticiparse a
las dificultades futuras, aprender de lo vivido y planear estrategias de superación
más eficaces. Se promueve la resiliencia normalizando y contextualizando las
tensiones y ofreciendo una orientación útil para la adaptación y superación basada
en principios psicopedagógicos.
El Concepto de Resiliencia. Aplicaciones en la Intervención Social Cristina Villalba Quesada
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