Los cuatro Constituyentes del Bienestar.Richard Davidson

Los cuatro Constituyentes del Bienestar



Durante este pasado mes de Enero el neurocientífico Richard Davidson nos ha ofrecido una presentación de los últimos hallazgos de las disciplinas de la neurociencia afectiva y social que ponen su énfasis en los cuatro constituyentes del bienestar. ¿Cuáles son los factores psicológicos que nos pueden aportar mayor bienestar? ¿Estos se pueden cultivar o simplemente son dados a algunos afortunados? Estas son algunas preguntas que se plantea en esta interesante línea de investigación.
“El bienestar es una habilidad…ese es el título y esa es la conclusión”, afirma el Dr. Davidson. Todo el trabajo que él y su equipo de investigación vienen construyendo nos dirige a esa premisa…El bienestar es una habilidad sujeta al entrenamiento. Para él, “el bienestar no se diferencia en su fundamento al proceso de aprender a tocar el chelo” y la práctica juega un papel clave. Si uno práctica las habilidades del bienestar uno gana mayor maestría en estas habilidades.
El sufrimiento – un detrimento clave para el bienestar – puede, en muchos casos, estar fuera de nuestro control, si se trata de los millones de personas que pasan hambre o que viven en zonas de guerra o en lugares completamente desfavorecidos, afirma el neurocientífico. Sin embargo, además de estas formas de sufrimiento, hemos encontrado que nuestros pensamientos también pueden ser una fuente de sufrimiento, tanto en la mente como en el cuerpo. Cabe destacar que en nuestra actualidad nos enfrentamos a que la salud mental y los trastornos del comportamiento tienen un impacto económico, social y sanitario trascendente.
“Richie” declara que “tenemos una batalla cuesta arriba en nuestras manos, pero estamos en un punto donde el conocimiento científico puede producir un cambio real en la vida de las personas. Creo que el entrenamiento de nuestra mente debe ser abordado de la misma manera como el ejercicio de nuestro cuerpo”.
En el Informe de la Felicidad del año 2015, Brianna Schuyler y Richard Davidson exponen los últimos avances en la investigación neurocientífica del bienestar.
Pero, ¿Qué entendemos por bienestar?
Aunque el nombre del informe se centra en “la felicidad”, se optó por ampliar el enfoque para incluir el bienestar, porque muchas definiciones psicológicas de la felicidad sugieren un estado transitorio. Por ejemplo, una persona puede experimentar tristeza como respuesta a una situación trágica y responder de manera adecuada al contexto de tristeza, pero todavía tienen altos niveles de bienestar. Del mismo modo, una persona puede experimentar momentos de felicidad, y aun así tener bajos niveles de bienestar.
El Dr. Davidson expone cuatro constituyentes o componentes del bienestar basados en la investigación neurocientífica que no se suelen incluir en la mayoría de las escalas y medidas. Estos cuatro constituyentes han sido científicamente validados y en los últimos años han llamado la atención de la comunidad científica de manera significativa. La evidencia sugiere que el entrenamiento mental y las habilidades de aprendizaje en estas áreas pueden hacer una diferencia en la mejora del bienestar e incluso re-conectar ciertas zonas cerebrales.
Para el Director del Center for Investigating Healthy Minds, cada uno de estos constituyentes tienen una profunda raíz neuronal y cambian, mutan y se transforman momento a momento (neuroplasticidad). Las implicaciones que tiene esta neuroplasticidad son potentes. Si lo pensamos con detenimiento, podemos ser los arquitectos de nuestro cerebro, de nuestra vida y de nuestro mundo. Esta plasticidad del cerebro permite que estas vías neuronales se generen, ejerciten y fortalezcan proveyendo el sustrato para la promoción y afianciamiento perdurable de bienestar físico y mental.
El hecho que se expongan cuatro constituyentes, no quiere decir que no existan más, simplemente son los cuatro factores que se han contrastado empíricamente y han recibido más apoyo neurocientífico en los últimos años.
Estos constituyentes son:
1. Resiliencia, la habilidad de recuperarse de la adversidad o del tono emocional negativo. En cuanto a la resiliencia, cabe tomar un minuto para definir o re-definir lo que es la resiliencia. Para el Dr. Davidson es “la capacidad y rapidez de recuperarnos de la adversidad”. “Sabemos que existen diferentes parámetros neuronales que promueven y favorecen que diferentes circuitos del cerebro se recuperen en un curso temporal mayor o menor. Ese curso temporal es un parámetro crítico para entender la resiliencia. Sabemos que las personas que muestran una más rápida recuperación (o vuelta a la línea base) en circuitos neuronales específicos gozan de mayores niveles de bienestar y pueden relacionarse de manera más constructiva con las adversidades del día a día”, afirma Richard.
  Esto tiene implicaciones realmente potentes. En muchas situaciones de nuestra vida, hay adversidades de la que no podemos escapar, sin embargo la manera como nos relacionamos con éstas puede favorecer que nos recuperemos más rápidamente o más lentamente. Uno de los proyectos de investigación del grupo dirigido por el Dr. Davidson plantea la pregunta si estos circuitos específicos que fomentan la resiliencia pueden alterarse por medio del entrenamiento sistemático en prácticas simples de Mindfulness. Los datos de esta línea de investigación indican que estos circuitos pueden ser modulados y alterados por medio de la práctica.
Cuando se trata de la creación de capacidad en esta área, el grupo de investigación de este neuropsicólogo ha observado que las personas con un mayor propósito en la vida (evaluado mediante un cuestionario) muestran un aumento de la resiliencia y mayor bienestar. Si como sociedad podemos encontrar maneras de cultivar el propósito en la vida, también podemos promover el bienestar. También hay evidencia prometedora que sugiere que ciertos tipos de entrenamiento mental pueden fomentar y cultivar la habilidad de resiliencia y facilitar la más rápida recuperación ante acontecimientos negativos.
Sin embargo, para que estos cambios en estos circuitos específicos se consoliden, se necesitan varias miles de horas de práctica. “En contraste a otros circuitos neuronales de los demás constituyentes, tomará tiempo para el circuito de la resiliencia se consolide y cree un impacto significativo en el cerebro. Alrededor de seis o siete mil horas de práctica”, afirma uno de los integrantes principales del Mind & Life Institute.

2. “Saborear” o mantener las emociones positivas. El segundo componente de bienestar propuesto es la capacidad de mantener el tono emocional positivo. Ya se trate de saborear ese último bocado de postre o llevar la alegría de una actividad con amigos o familiares con los que ha interactuado a otro momento posterior, ayuda a prolongar la emoción positiva. Esta capacidad de mantener en mente esta emoción se ha demostrado que mejora el bienestar psicológico.
En los estudios que analizan la respuesta del cerebro a imágenes positivas (por ejemplo , una madre que abraza a su bebé) , se encontró que las personas con niveles más sostenidos de actividad en el estriado ventral – una zona ligada a las emociones positivas y la recompensa – muestran mayores niveles de bienestar psicológico y niveles más bajos de cortisol (una hormona del estrés que es buena en niveles moderados, pero problemática en exceso). En otro estudio, se ha observado que el estrés marital prolongado se relaciona con una disminución de la capacidad para mantener la emoción positiva en el cerebro, que se cree que podría crear una tendencia a caer en estados mentales y emocionales depresivos.
Otras propuesta que nos lanza Richard Davidson para fomentar este mantenimiento de las emociones positivas es el entrenarnos en nuestra capacidad para poder vislumbrar en nuestro día a día la “bondad básica innata” de todos los seres humanos.

3. Atención refinada y la rumiación mental. A pesar que el Mindfulness y las intervenciones basadas en la atención plena parecen solo una moda pasajera, los datos muestran que la gente se siente mejor con el entorno y con ellas mismas cuando su mente está concentrada en lo que está haciendo y no está vagando o rumiando en cosas del pasado o del futuro. Los estudios demuestran que la atención plena – estar en el momento presente – puede disminuir nuestra tendencia a querer y desear las cosas o circunstancias que no tenemos. La popularidad del Mindfulness ha dado lugar a una variedad de recursos para cultivar y practicar esta habilidad en sistemas de salud, a través de aplicaciones en línea y comunidades locales de meditación.

4. Generosidad, Empatía, Altruismo y el cuidado de los demás. Las conductas pro-sociales como la empatía, la compasión y la gratitud comprenden otro componente del bienestar. Hay evidencia sustancial que sugiere que la participación en actos de generosidad es una estrategia muy eficaz para aumentar el bienestar. El equipo del laboratorio del Dr. Davidson lo llama una situación de “ganar – ganar” porque, siendo generoso se crean las circunstancias para ayudar a los demás y ayudarte a ti mismo. Estudios, incluyendo uno del laboratorio del Center for Investigating Healthy Minds, muestran que el entrenamiento en compasión – una forma de meditación en el que uno genera deseos positivos para otro ser – fomenta la capacidad de una persona para empatizar con los demás y participar en un comportamiento pro- social dirigida a disminuir el sufrimiento de los demás.

Para el Dr. Davidson y su equipo estos datos sugieren que apenas estamos comenzando a conocer cómo funciona la mente y como moldea la experiencia humana. Esto nos puede empoderar y fomentar un cierto “perfume” de responsabilidad y control sobre nuestra mente y nuestro bienestar.

¿Estás dispuest@ a tomar la responsabilidad de re-moldear tu cerebro hacia el bienestar?


FUENTES:

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