Autocompasión: el arte y la ciencia de ser amables con nosotros mismos
Autocompasión: el arte y la ciencia de ser amables con nosotros mismos
Aunque pueda confundirse con la lástima por uno mismo o con la autocomplacencia, la autocompasión es algo muy diferente, implica una actitud activa de cuidado, mientras que la lástima y autocomplacencia son actitudes más bien pasivas, que no buscan aliviar el sufrimiento, sino más bien implican quedarse estancado en él.
Aunque pueda confundirse con la lástima por uno mismo o con la autocomplacencia, la autocompasión es algo muy diferente, implica una actitud activa de cuidado, mientras que la lástima y autocomplacencia son actitudes más bien pasivas, que no buscan aliviar el sufrimiento, sino más bien implican quedarse estancado en él.
Neff (2003b) identifica 3 componentes centrales de la autocompasión: 1. mindfulness, 2. humanidad compartida y 3. bondad dirigida a nosotros mismo.
1.- Mindfulness: Sólo si nos damos cuenta de lo que nos ocurre y de las circunstancias que nos hacen sufrir, podemos adoptar una actitud afectuosa y podemos actuar de manera hábil para reducir el sufrimiento. En su opuesto, la sobre-identificación como proceso psicológico involucra una mayor rumiación mental, que gira en torno a las propias limitaciones (Barnard & Curry, 2011), esta sobre-identificación puede conducir a exagerar las repercusiones en la propia valía (Nolen-Hoeksema, 1991), puedo llegar a pensar: no sólo fracasé, sino que soy un fracasado.
2.- Humanidad compartida: Neff y Costigan (2014) plantean que la humanidad compartida puede ser entendida como la conciencia y el sentimiento de la existencia de una íntima conexión entre los seres humanos. Reconocer nuestra humanidad compartida nos ayuda a tomar perspectiva, reconociendo que lo que nos ocurre a nosotros, también les ocurre a los demás.
3.- Bondad con uno mismo: Sean cuales sean las circunstancias, podemos adoptar una actitud de auto-cuidado. La bondad hacia uno mismo implica dirigir el afecto que necesitamos cuando estamos sufriendo.
Nuestra cultura nos enseña a ser amables con los demás, sin embargo, rara vez promueve tratarnos a nosotros mismos con la misma bondad. La autocompasión implica aprender a tratarnos del mismo modo que trataríamos a un amigo que apreciamos.
La investigación actual está confirmando el rol activo de la autocompasión sobre el bienestar. Según diversos estudios la autocompasión está correlacionada negativamente con los niveles de ansiedad y depresión, también permitiría manejar de mejor forma los estados emocionales negativos (Neff & Germer, 2013; Neff & Tirch, 2014).
La autocompasión está relacionada también con el incremento de las emociones positivas (Hollis-Walker & Colosimo, 2011), con la presencia de mayores sentimientos de conexión social y satisfacción con la vida (Neff, 2003a; Neff et al., 2007), con una mayor habilidad de toma de perspectiva (Neff & Pommier, 2012) menos dogmatica y más flexible (Martin, Staggers & Anderson, 2011).
Respecto a los hábitos de salud, la autocompasión promueve continuar con una dieta saludable (Adams & Leary, 2007), dejar de fumar (Kelly, Zuroff, Foa, & Gilbert, P, 2009) y empezar un régimen de salud física (Magnus, Kowalski & McHugh, 2010).
Biológicamente la autocompasión está asociada a la reducción en los niveles de cortisol (la hormona del estrés), el aumentó la variabilidad de la frecuencia cardiaca, que activa el sistema nervioso parasimpático, responsable del descanso (Porges, 2007; Rockliff, Gilbert, McEwan, Lightman, y Glover, 2008).
Tanto el concepto de autocompasión, como la cada vez más robusta investigación en el tema, parecen estar aportando a un paradigma renovado en salud y bienestar.
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